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San Padre Pío y la espiritualidad Mirada Misericordioso

30/09/2022 . Formações

“Sólo hace falta una cosa: estar cerca de Jesús”. (San Padre Pio)

¡Augusta Reina!

La Comunidad Mirada Misericordiosa tiene como patrón a San Padre Pío de Pietrelcina en el cuidado de los sacerdotes (DIRECOM 17). El sacerdote es un don del Corazón de Jesús y en Él tiene su origen y su vocación (DIRECOM 13).

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San Padre Pio y la vida ordinaria

San Padre Pío de Pietrelcina nació el 25 de mayo de 1887 en Pietrelcina y recibió el nombre de Francesco Forgione. Ingresó en la orden de los capuchinos en 1903 y fue ordenado sacerdote el 10 de agosto de 1910. En 1916 se trasladó a San Giovanni Rotondo y allí murió el 23 de septiembre de 1968.

Desde la infancia tuvo grandes experiencias místicas, como visiones de su ángel de la guarda y de la Virgen, que se le concedieron también en la edad adulta. Durante este periodo también recibió los estigmas durante 50 años, el don de la bilocación, el don del conocimiento de las conciencias, el don de la curación y el don de los milagros, entre otros.

A pesar de estas experiencias sobrenaturales que marcaron su vida terrenal, la vida cotidiana de San Padre Pío es digna de mención. El sacramento de las Sagradas Ordenes es un medio de salvación personal a través del servicio al prójimo y construye la Iglesia (DIRECOM 11) y San Padre Pío lo encarnó, viviendo su ministerio sacerdotal, su vocación, con gran dedicación. Como sacerdote, tenía una especial preocupación por la salvación de las almas, y por ello dedicaba horas de su jornada a escuchar las confesiones de los fieles de todo el mundo que acudían a verle a Pietrelcina, así como a aconsejar a los fieles por carta.

También tenía un gran amor por Jesús Eucaristía y esperaba con ansias la celebración de la Santa Misa, que podía durar de dos a tres horas. Se preocupaba por fomentar la piedad y la oración individual y familiar entre los que asistía, para que pudieran alcanzar la vida interior. De la misma manera, se dedicaba a la oración en varios momentos del día, de manera profunda, para hacer la voluntad de Dios.

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PALABRAS DEL FUNDADOR:

“Es un grave error pensar que la oración no es necesaria para la salvación eterna. Basta con acudir a las Sagradas Escrituras para ver el ejemplo de Cristo que se refugió en la oración. Sin la oración, sin la intimidad con Cristo a través de la oración, no podemos cumplir la voluntad de Dios (Jn 15,5)” (Meditación de 6/8/2022).

SAN PADRE PIO Y LA ESPIRITUALIDAD DE MIRADA MISERICORDIOSA

Sabiendo esto, San Padre Pío buscó siempre estar cerca de Jesús: en la celebración de la Santa Misa, en la acción de gracias, en las confesiones y en sus oraciones personales, rezando, por ejemplo, la Coronilla del Sagrado Corazón de Jesús, presente hoy en la novena a él dedicada.

Al igual que San Padre Pío, estamos llamados a tener a Jesús como centro de nuestras vidas, a tener una profunda vida de oración y a buscar la transformación de nuestros corazones (DIRECOM 32), considerando que nosotros, Mirada Misericordiosa, tenemos como lugar central de nuestra espiritualidad la devoción al Sagrado Corazón de Jesús (DIRECOM 30).

También en otros aspectos, su vida es un ejemplo para nosotros a la hora de vivir los pilares de nuestra espiritualidad. San Padre Pío amaba profundamente al pecador, pero no al pecado. Trataba de guiar y corregir fraternalmente a los que le buscaban, para la conversión y la salvación de las almas.

Fue obediente: a sus padres, en la infancia, y a sus superiores, en el Convento y en la Iglesia. Cuando le prohibieron celebrar la Santa Misa públicamente por la cantidad de gente que acudía a él, obedeció sus instrucciones, aunque le costara mucho. Sentía un profundo amor por la Santa Madre Iglesia y por sus hermanos sacerdotes.

Era alegre en su vida fraternal, haciendo reír a sus hermanos y sintiéndose querido. Ayunaba a menudo y llevaba una vida sencilla. Desde su infancia buscó la pureza y la castidad y abandonó los círculos de conversación cuyos temas ofendían a Dios y en los que se hablaba con palabras vulgares.

Valoraba profundamente los sacramentos y vivía la Santa Misa piadosamente, sin prisas, con total atención. En todas sus acciones buscaba la gloria de Dios y que la gente lo conociera, actuando con humildad y espíritu de servicio. Santificaba su vida diaria haciendo cada acto con amor y cuidado. Fundó la Casa del Alivio del Sufrimiento (Casa Sollievo dela Sofferenza) en San Giovanni Rotondo para atender a los enfermos.

“Sabía bien que los enfermos y los que sufren necesitan no sólo la aplicación correcta de los instrumentos terapéuticos, sino también y sobre todo un ambiente humano y espiritual que les permita redescubrirse en el encuentro con el amor de Dios y la ternura de los hermanos. Con la “Casa del Alivio del Sufrimiento” quiso mostrar que los “milagros ordinarios” de Dios pasan por nuestra caridad.” (San Juan Pablo II)

Destaca el gran amor y devoción que San Padre Pío tenía por la Virgen, acudiendo siempre a Ella en sus necesidades y para interceder por las personas, en los numerosos rosarios que rezaba diariamente y al pasar junto a alguna imagen de Ella. Trató de imitar las virtudes de María Santísima, a la que tenía por Madre.

San Padre Pío también era un alma inmolada, que rezaba y se sacrificaba por las almas, ofreciéndolo todo a Dios.

San Padre Pío y los Ángeles

Como otros santos de nuestra Iglesia, San Padre Pío tenía una gran intimidad con su ángel de la guarda, al que siempre recurría. Le pedía al ángel que le despertara, que le ayudara en el combate espiritual que sufría durante la noche, que le trajera personas a su encuentro, como Fray Alessio, que le ayudaba diariamente a vestirse.

El santo enseñó a sus hijos espirituales a pedir a sus ángeles de la guarda que le trajeran mensajes y peticiones de oración, y les indicó lo que debían decir a esa alma.

PALABRAS DE SAN JUAN PABLO II:

“No menos dolorosas, y quizá humanamente más duras, fueron las pruebas que tuvo que soportar como consecuencia, podría decirse, de sus singulares carismas. En la historia de la santidad, a veces ocurre que el elegido, por permiso especial de Dios, es objeto de malentendidos. Cuando esto sucede, la obediencia se convierte para él en un crisol de purificación, un camino de asimilación progresiva a Cristo, un fortalecimiento de la auténtica santidad. A este respecto, el nuevo beato escribió a uno de sus superiores: “Sólo trabajo para obedecerte, habiéndome dado a conocer al buen Dios, lo que más acepta y el único medio para que espere la salud y cante victoria” (Epist. I, p. 807).

Cuando le sobrevino la “tormenta”, estableció como norma de su existencia la exhortación de la Primera Carta de San Pedro, que acabamos de escuchar Acércate a Cristo, la piedra viva” (cf. 1 Pe 2,4). De este modo, también él se convirtió en una “piedra viva” para la construcción del edificio espiritual que es la Iglesia. Y por ello damos hoy gracias al Señor”. (‘Homilía en la Ceremonia de Beatificación de San Padre Pío, el 2/5/1999)

¡Todo por Jesús nada sin María!

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