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Noviembre, mes dedicado a las Almas del Purgatorio

01/11/2023 . Formações

Tradicionalmente, en el mes de noviembre dedicamos nuestras oraciones a los fieles difuntos, lo hacemos porque, como aprendemos en la parábola del pobre Lázaro y el rico banquetero (Lc 16, 19-31), las almas no pueden logran por sí mismos su purificación, pero dependen de nuestras oraciones, misas, penitencias y limosnas por ellos.

Con esta intención en 1967 San Pablo VI entonces pontífice, instituyó las indulgencias parciales y plenarias para las almas del purgatorio, llegando incluso a determinar la semana del 1 al 8 de noviembre como “semana de las almas”, en la que podemos aprovechar de indulgencias plenarias para ellos. Basta con confesarse, comulgar, rezar por el Papa (Padre Nuestro, Ave María, Gloria al Padre) y hacer una visita al cementerio para rezar por ellos.

Además de este acto de caridad, Santa Catalina de Siena afirmó que las almas del purgatorio, que fueron liberadas de sus dolores, nunca olvidarán a sus bienhechores en la tierra, intercederán por ellos ante Dios y los recibirán cuando lleguen al cielo.

En esta ocasión, ante la realidad del purgatorio, vale la pena recordar lo que enseña la doctrina católica sobre el destino del hombre después de la muerte. Se dice que hay dos moradas definitivas, el cielo para los justos y el infierno para los malvados.

A su vez, el purgatorio no es un tercer destino, sino una realidad transitoria, un lugar de purificación final para aquellos que “mueren en la gracia y amistad de Dios, pero no están completamente purificados, aunque su salvación eterna está garantizada”.

Según el Catecismo de la Iglesia Católica (§1031), la Iglesia formuló la doctrina de la fe sobre el ‘Purgatorio’, especialmente en los Concilios de Florencia y Trento, y en cumplimiento de ciertos textos de la Escritura, como el pasaje del Libro de los Macabeos que narra la ofrenda sacrificial de Judas Macabeo por los que habían muerto, para que fueran absueltos de sus pecados.

En este mes, seamos generosos y llevemos ayuda a las almas del purgatorio, ofrezcamos nuestras oraciones, penitencias y comuniones en sufragio por ellas. Las almas no pueden alcanzar su purificación por sí mismas; dependen para ello de nuestras oraciones, misas, limosnas, penitencias, etc.

 

Por qué el purgatorio es un lugar de esperanza

La promesa del purgatorio puede reforzar nuestra esperanza en el futuro al mostrar la belleza del amor de Dios por nosotros.

El purgatorio no siempre se describe como un lugar de esperanza. Para muchos, el purgatorio se describe como un lugar de purificación, donde experimentamos mucho sufrimiento antes de entrar en los atrios del cielo.

Esta descripción puede ser engañosa, ya que casi puede hacer que suene como una especie de infierno.

El Papa Benedicto XVI reiteró que el purgatorio debe ser un lugar de esperanza, mencionándolo en su encíclica sobre la esperanza, Spe salvi .

En el momento del juicio, experimentamos y absorbemos el poder arrollador de su amor sobre todo el mal que existe en el mundo y en nosotros mismos. El dolor del amor se convierte en nuestra salvación y nuestra alegría… El juicio de Dios es esperanza, tanto porque es justicia como porque es gracia… Si sólo fuera justicia, al final sólo podría traernos miedo a todos… la gracia nos permite a todos esperar e ir con confianza al encuentro del Juez que conocemos como nuestro “abogado”.

La existencia del purgatorio puede darnos esperanza durante nuestra vida en la tierra, afirmándonos que Dios es un Juez justo, un “defensor”, y no un dictador arbitrario. Él quiere revestirnos de su amor, no sólo en esta vida, sino también en la otra. Este amor nos estimula, nos da la esperanza de que todo el bien que hacemos no es en vano.

El purgatorio tiene también otra dimensión que debe darnos esperanza. Es un lugar donde seguimos unidos a la Iglesia en la tierra.

Sin embargo, las almas de los difuntos pueden recibir “consuelo y refrigerio” a través de la Eucaristía, la oración y la limosna. La creencia de que el amor puede llegar a la otra vida, de que es posible dar y recibir mutuamente, de que nuestro afecto recíproco continúa más allá de los límites de la muerte, ha sido una convicción fundamental del cristianismo a lo largo de los tiempos y sigue siendo una fuente de consuelo. Hoy en día, el Papa Benedicto XVI se refiere a la posibilidad de rezar por las almas de los fieles difuntos teniendo un impacto real en su experiencia del purgatorio.

De este modo se aclara aún más un elemento importante del concepto cristiano de esperanza. Nuestra esperanza es siempre esencialmente también esperanza para los demás; sólo entonces es verdaderamente esperanza también para mí. Como cristianos, nunca debemos limitarnos a preguntarnos: ¿cómo puedo salvarme? Debemos preguntarnos también: ¿qué puedo hacer para que otros se salven y para que la estrella de la esperanza se levante también para ellos? Entonces habré hecho todo lo posible por mi salvación personal también.

Si necesitamos más esperanza en nuestra vida, pensemos en el purgatorio y en el gran regalo que Jesús nos hizo en ese lugar intermedio.

 

 

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