¡Augusta Reina!
Este miércoles seguiremos con nuestras formaciones sobre las virtudes.
Seguimos hablando de las hijas de la Justicia. Hoy, la virtud de la Religión.
Para recapitular, la definición de justicia es: acción habitual de dar a cada uno según lo que le es debido (para la formación sobre justicia, haga clic aquí). La definición de piedad: acción habitual de dar a los padres, superiores, patria, aquello que les es debido (para la formación sobre piedad, para leyer, clic aquí).
El Catecismo de la Iglesia Católica deja bien claro que la religión es “la justicia para con Dios”
De acuerdo con Santo Tomás de Aquino, religión es, sea referida a la frecuente lectura sea a la reelección o religación, orientación a Dios.
Para el origen de la palabra Religión, podemos destacar tres términos diferentes:
De acuerdo con el Doctor Angélico, existen actos interiores y exteriores que nos ayudan en la adquisición de esa virtud importantísima para nuestras vidas de cristianos. Los actos son:
Aquí vemos la importancia de una profunda intimidad con el Señor a través de la vida de oración, porque es una de las principales maneras de obtener la virtud de la religión, que es dar a Dios lo que se le debe.
El Papa Francisco nos da una buena pista para crecer en esta virtud: oración, oración, oración, oración, en todos los momentos de nuestra vida. Esto es lo que nos dijo en la audiencia general del 9 de junio de 2021, basada en la Palabra de San Pablo: «Orad sin cesar y, en todas las circunstancias, dad gracias» (Ts 5, 17-18).
Es una oración que, poco a poco, se adapta al ritmo de la respiración y se extiende a lo largo del día. En efecto, la respiración nunca se detiene, ni siquiera cuando dormimos; y la oración es el aliento de la vida.
Es decir, la religión es el aliento del alma.
El tema tiene tanta importancia que el Sumo Pontífice hizo una serie con 39 catequesis sobre la vida de oración.
¿Y tú, cómo has crecido en la virtud de la Religión? Sigamos la recomendación del Papa, recemos cada vez más para, contando con la gracia de Dios, crecer en esa virtud tan importante, hija de la justicia, que nos acerca cada vez más a nuestro Padre, además de estar más preparados para los desafíos del día a día.
Así, los tiempos dedicados a estar con Dios reavivan la fe, que nos ayuda en la realidad de la vida, y la fe, a su vez, alimenta la oración, sin interrupción. En esta circularidad entre fe, vida y oración, el fuego del amor cristiano que Dios espera de nosotros se mantiene encendido.
Todo por Jesus nada sin Maria
Catequesis sobre la oración del Papa. Clic aqui.
Formaciones sobre las virudes: