¡Augusta Reina!
Este último domingo (28/08), siguiendo su visita pastoral, el Papa Francisco celebró la Misa en la Basílica de Santa María de Collemaggio, en L’Aquila (Italia).
El Pontífice abrió la Puerta Santa en la Basílica, dando inicio al Perdón Celestino. De hecho, como está previsto en la Bula “ínter Saltorum solemnia”, la indulgencia debía cerrarse el 29 de agosto. Sin embargo, en una concesión especial del Papa, la indulgencia fue prorrogada hasta el año siguiente, el 28 de agosto de 2023.
Los fieles podrán obtener la Indulgencia plenaria al rezar el Credo, Padre Nuestro y Dios te salve en la intención del Santo Padre, habiéndose confesado y recibido la Comunión, dentro de ocho días antes o después de participar en los ritos en honor de San Celestino V o haciendo un instante de oración ante los restos mortales del santo.
El “Perdón Celestino” y su origen
Cuenta la tradición, que Pedro Angeleri de Morrone, desde su juventud se puso a la continua búsqueda de Dios. Era de familia campesina y el último de doce hijos. Pronto quedó huérfano de padre, siendo así enviado por su madre para hacer los estudios eclesiásticos. Ingresó en la Orden Benedictina y después de ordenado sacerdote, optó por la vida eremítica a través de la oración, penitencia y ayuno; muchos siguieron su ejemplo y su fama se extendió. Los “Celestinos” se expandieron y fundaron monasterios.
Tras la muerte del papa Nicolás VI, hubo 27 meses de Sede Vacante. Los once cardenales electores no podían llegar a un acuerdo, polarizados por el conflicto entre las familias Orsini y Colonna, como también presionados por el deseo del Rey Carlos II de encontrar un candidato de su gusto. Durante el año 1292, Pedro de Morrone advirtió a los cardenales con la profecía de un castigo divino, que podría evitarse solo con la elección del Sumo Pontífice, dentro de pocos meses.
Quiso la Divina Providencia, que el ermitaño fuera elegido por los cardenales, como el candidato ideal. Al principio se negó, pero reconociendo que Dios mismo lo llamaba, aceptó la noble misión.
El 29 de agosto de 1294, memoria litúrgica de San Juan Bautista, escoltado por el rey Carlos, fue a Aquila, montado en un asno, donde recibió la tiara en la gran iglesia de Santa María en Collemaggio, por él construida algunos años antes. El nuevo Papa eligió el nombre de Celestino V y convocó el primer Jubileo de la historia, concediendo la indulgencia a los que con el corazón contrito, visitaran y rezaran en la Basílica de las vísperas del 28 de agosto a las del día siguiente – este hecho se conoció como “Jubileo del Perdón”.
Conozca más sobre su historia y vea los motivos que le llevaron, en un acto de humildad, a la renuncia del Pontificado. Hoy, en el Mausoleo de Celestino V, están preservados los restos del ermitaño que se convirtió en Papa, cubierto con vestiduras papales y con el palio donado por Benedicto XVI.
Palabras del Papa
Con ocasión del rito de apertura del 728º Perdón Celestino, el Papa Francisco afirma las virtudes de Celestino V. “De hecho no hay otra manera de realizar la voluntad de Dios que asumiendo la fuerza de los humildes.”
“La humildad”, continúa, “no consiste en desvalorizarnos, sino en ese sano realismo que nos hace reconocer nuestro potencial y también nuestras miserias. Partiendo precisamente de nuestras miserias, la humildad nos hace desviar la mirada de nosotros mismos y dirigir nuestra mirada hacia Dios, Aquel que puede hacer todo y también obtiene para nosotros lo que no podemos tener por nosotros mismos”.
“La fuerza de los humildes es el Señor, no las estrategias, los medios humanos, las lógicas de este mundo”
“En este sentido, Celestino V fue un valiente testigo del Evangelio, porque ninguna lógica de poder podría arrestarlo y administrarlo. En él admiramos una Iglesia libre de las lógicas del mundo y testimoniamos plenamente el nombre de Dios que es la Misericordia.
Pidamos así la intercesión de San Pedro Celestino V, papa, para alcanzar la humildad a través del ejercicio diario de la Misericordia. “¡Jesús manso y humilde de corazón, haz nuestro corazón semejante al tuyo!”
¡Todo por Jesús nada sin María!