Tú me sedujiste Señor, y yo me dejé seducir. Me dominaste y obtuviste el triunfo”! (Jeremías 20,7)
La consagración es don, gracia de Dios, obra de su amor. Y por eso es necesario abrir el corazón al llamado que Dios nos hace, estar atentos para no perder esta gracia.
Si sientes esta llamada a la vida consagrada, si te sientes seducido por Dios para dedicar tu vida totalmente a Él, ¡tenemos una invitación para ti!
Ven a conocer a Mirada Misericordiosa, Dios tiene prisa y te necesita en esta obra de dedicar tu vida a la santificación de las familias y de los sacerdotes.