Sufrir con Jesus
“Para nosotros cristianos, no hay Cristo sin cruz, ni cruz sin Cristo. Tratar de comprender la misión de Jesús sin que la luz de la cruz me ilumine es imposible. ¡Ciertamente nacimos de la cruz! (…) muchos miran la cruz y piensan en ella como causa de muerte. ¡Los cristianos debemos mirar a la cruz y ver en ella la causa de la vida, de la vida eterna! ¡Por eso tu cruz, asociada a la de Cristo, es tan importante! ¡No huyas de la cruz de Cristo! ¡No abandones tu cruz, llévala por amor!”. (Padre Alexandre, Meditatio 14/09/2019).
Tu pasión. Tus últimas palabras. Tu última mirada. Tu último aliento. las uñas. las heridas. el dolor. El amor. tu muerte. La lanza. El corazón. Sangre. El agua. La Piedad. Vida…
Cuánto tienes que decirme este día, Señor. Cada movimiento que hiciste, cada gota de sangre, todo tu sudor y tus lágrimas… todo nos habla este día. Todo nos habla y, sin embargo, aún hay mucho que no entendemos, mucho que aún no podemos aceptar. Cada herida nos destila amor. Háblanos con amor, y Tu cuerpo cargará con mis pecados. Pero tantas veces no penetramos en el lenguaje del amor. Cuantas veces hemos rechazado Tu amor. Cuantas veces elegimos un camino que no sea el del amor. Ante tu cruz, sólo puedo exclamar: ¡Ten piedad de mí, Señor! ¡Cómo puedo seguir juzgando a los demás si tú misma, siendo maltratada por esos hombres, emanaste puro amor y misericordia y oraste por ellos! ¿Qué mal me han hecho que se acerque al que sufristeis por mí? Ninguno, ninguno jamás se acercará a lo que viviste este día. Dame la gracia de penetrar Tu amor, hasta lo más profundo de la inmensidad del dolor que sentías cada estación. Convierte mi corazón mezquino y voluble. Dame la gracia de mirar las crucecitas de mi día a día con una mirada nueva. Transforma mi mirada ante la Cruz. Quiero que muera en mí lo que me aleja de la santidad. Quiero aprender a sufrir contigo, Señor. ¡Quiero llevar mi cruz por amor!
“Oh María, tú que recorriste el camino de la cruz junto con el Hijo, sintiendo el corazón de tu madre desgarrado por el dolor, pero recordando siempre tu fiat e íntimamente confiada en que Aquel para quien nada es imposible sabrá cumplir sus promesas, implora para nosotros y para las generaciones futuras la gracia del abandono en el amor de Dios. Haz que ante el sufrimiento, el desprecio o la prueba, aunque sea prolongada y dura, nunca dudemos de tu amor. A Jesús, tu Hijo, honor y gloria por siempre. Amén”
(San Juan Pablo II, Via Crucis en el Coliseo. Viernes Santo 2000).
Avemaría…
Nuestra Señora de Guadalupe, todos los santos patronos y copatronos de la Mirada Misericordiosa, orad por nuestra Semana Santa y por todos los sacerdotes y familias por los que rezamos estos días. ¡Amén!
¡Todo por Jesús, nada sin María!